jueves 13 de septiembre de 2007

Explotadores sexuales, una amenaza pública

de Revistazo.com

por: Felix Molina
En el barrio Bella Vista de Guaimaca, Francisco Morazán, persiste la indignación por las actuaciones delictivas de un estadounidense encubierto como religioso, quien pagó por sexo a un niño en un hotel de Tegucigalpa, después de engañar a su madre y a su iglesia.
La integridad física y psíquica de la víctima, de 14 años, fue rota de modo brutal por este hombre que no es aberrado sexual ni enfermo mental ni desquiciado. Es un delincuente de acuerdo a la legislación penal vigente.La comunidad sabe que hay otras víctimas, otros silencios construidos por miedo o complicidad; por ignorancia.Según los reportes de prensa, el “gringo” usaba dinero para construir la confianza entre sus víctimas y los padres de familia, con la ayuda de cómplices locales; había trabajado en el vecindario la imagen de una persona buena. Y hasta se hizo querer.
A pesar de los intentos de imponer silencio con soborno y en contra de las justificaciones del entorno social que considera estos delitos de orden privado, la madre de la víctima creyó su relato y actuó con la denuncia inmediata. ¡Doña María Onilda Zelaya habló!Ella nos ha confirmado a todos que la denuncia tiene poder. Con su voz ante la prensa y el testimonio de la víctima ante la jueza Maldonado en la Capital, el silencio dejó de ser el espacio donde se afianza la impunidad. El explotador está en prisión, esperando ser juzgado.Por supuesto, todavía las investigaciones aún no llegan a los intermediarios que comparten este ilícito: la empresa interurbana que trasladó al niño con un adulto que no es su padre, el taxista que los condujo al hotel, el dueño o administrador del local que permitió el ingreso, sin asegurarse la identidad del niño. Y el pastor que intentó involucrar a Dios como cómplice de un delito.Todas las mujeres y los hombres adultos debemos saber que pagar por tener relaciones sexuales con una persona menor de 18 años es un delito que se castiga hasta con 10 años de prisión. Es el delito de explotación sexual comercial en nuestro Código Penal.Otras formas de este delito ocurren cuando uno o varios adultos pagan para utilizar el cuerpo de una niña, niño o adolescente menor de 18 años en actividades sexuales, presentarlos o exponerlos en espectáculos públicos o privados, tomarles fotos o videos para producir pornografía.Según la reforma penal aprobada el 30 de agosto de 2005 y publicada en La Gaceta el 7 de febrero de 2006, los delitos contra la integridad y libertad sexual de las personas se castigan con severidad. La pornografía infantil, por ejemplo, se sanciona hasta con 15 años de cárcel y multas de hasta 300 salarios mínimos.Las penas por proxenetismo, trata de personas con fines de explotación sexual comercial, actos de lujuria o acceso carnal y el turismo sexual, son aumentadas el doble cuando se trata de personas menores de 18 años de edad.Lamentablemente, existe un movimiento en reversa en este momento en Honduras. Los expertos que trabajan en la versión final del Nuevo Código Penal han propuesto reducción de las penas y trastocado los conceptos de los delitos sexuales precisados en la reforma vigente.Es urgente que la Corte Suprema de Justicia levante la voz de sus magistrados, junto a las instituciones, organizaciones y agencias que integran la Comisión contra la Explotación Sexual Comercial, para evitar que los diputados comprometan a Honduras con un nuevo Código que sea mucho peor que el viejo en esta materia.De no detener ese propósito, Honduras se convertirá en un paraíso sexual para pedófilos y explotadores.Si prospera la intención de esos abogados expertos que nos quieren convencer que ahora lo importante no es la sanción sino la recuperación del delincuente, entonces las víctimas estarán en manos de la discrecionalidad de policías, fiscales y jueces. Y si ocurre así, los tres o cuatro gringos, junto a los 53 hondureños, hondureñas y salvadoreñas judicializados por delitos de explotación sexual comercial, se van a reír de todos nosotros.María Onilda Zelaya, la madre que ahora vive una pesadilla provocada por “un predicador de Dios”, no entenderá nunca por qué estos explotadores estarán libres siendo una amenaza pública.
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**Félix Molina es un periodista comprometido con HondurasEs miembro del Comité por la Libertad de Expresión C-Libre