de toni solo - ZMag
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Tal vez haya sido siempre injusto que se compare al presidente George W. Bush con el capitán Queeg, el ficticio capitán de dragaminas paranoico de Herman Wouk. La condición de Bush refleja en realidad, una demencia verdaderamente imperial, de una velocidad suicida. En menos de una década, su reino ha reconstituido más de cien años de decadencia colonial española y la mutación del despotismo a la dictadura, aunque la determinación del rey Carlos Alfonso Bush de destruir la república aún no ha provocado una guerra civil. Para juzgar la exactitud de la comparación, hay que considerar el innegable colapso de la influencia de EE.UU. en su antiguo patio trasero colonial latinoamericano, sus catastróficas guerras coloniales, su economía de dinero sin valor y la tiranía ejecutiva generalizada que ahora tiene efecto en el propio EE.UU.
A pesar de las evidentes fechas de independencia, es casi imposible fijar el momento preciso en el que España perdió su control colonial sobre Latinoamérica. Lo mismo vale ahora en el caso de EE.UU. ¿Fue el Referendo Revocatorio de 2004 en Venezuela su Dien Bien Phu electoral? ¿O la vuelta de elecciones de 2005-2006 que llevó al poder a Evo Morales en Bolivia, la victoria de Rafael Correa en Ecuador, o que Daniel Ortega haya sido elegido nuevamente en Nicaragua? ¿O fue cuando Venezuela hizo dos acuerdos para mega-refinerías con Nicaragua y Ecuador, por un valor de casi 10.000 millones de dólares en julio? ¿O cuando el presidente Manuel Zelaya se adhirió al ALBA?
Historia del mundo real: espejo mediático corporativo de ficción
Este último evento aún no ha ocurrido, viene más adelante; primero, esas refinerías. El 17 de julio el ministro de energía de Ecuador, Jorge Albán, anunció un acuerdo con el gobierno venezolano para construir una refinería en Ecuador por un valor de 5.500 millones de dólares, capaz de procesar hasta 300.000 barriles de petróleo por día. El proyecto terminará con la humillante condición neocolonial de Ecuador como un importante país exportador de petróleo incapaz de refinar su propio crudo. El ministro Albán dijo: “el compromiso Ecuador-Venezuela está en firme, lo único que falta es afinar el procedimiento”. (1)
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Tal vez haya sido siempre injusto que se compare al presidente George W. Bush con el capitán Queeg, el ficticio capitán de dragaminas paranoico de Herman Wouk. La condición de Bush refleja en realidad, una demencia verdaderamente imperial, de una velocidad suicida. En menos de una década, su reino ha reconstituido más de cien años de decadencia colonial española y la mutación del despotismo a la dictadura, aunque la determinación del rey Carlos Alfonso Bush de destruir la república aún no ha provocado una guerra civil. Para juzgar la exactitud de la comparación, hay que considerar el innegable colapso de la influencia de EE.UU. en su antiguo patio trasero colonial latinoamericano, sus catastróficas guerras coloniales, su economía de dinero sin valor y la tiranía ejecutiva generalizada que ahora tiene efecto en el propio EE.UU.
A pesar de las evidentes fechas de independencia, es casi imposible fijar el momento preciso en el que España perdió su control colonial sobre Latinoamérica. Lo mismo vale ahora en el caso de EE.UU. ¿Fue el Referendo Revocatorio de 2004 en Venezuela su Dien Bien Phu electoral? ¿O la vuelta de elecciones de 2005-2006 que llevó al poder a Evo Morales en Bolivia, la victoria de Rafael Correa en Ecuador, o que Daniel Ortega haya sido elegido nuevamente en Nicaragua? ¿O fue cuando Venezuela hizo dos acuerdos para mega-refinerías con Nicaragua y Ecuador, por un valor de casi 10.000 millones de dólares en julio? ¿O cuando el presidente Manuel Zelaya se adhirió al ALBA?
Historia del mundo real: espejo mediático corporativo de ficción
Este último evento aún no ha ocurrido, viene más adelante; primero, esas refinerías. El 17 de julio el ministro de energía de Ecuador, Jorge Albán, anunció un acuerdo con el gobierno venezolano para construir una refinería en Ecuador por un valor de 5.500 millones de dólares, capaz de procesar hasta 300.000 barriles de petróleo por día. El proyecto terminará con la humillante condición neocolonial de Ecuador como un importante país exportador de petróleo incapaz de refinar su propio crudo. El ministro Albán dijo: “el compromiso Ecuador-Venezuela está en firme, lo único que falta es afinar el procedimiento”. (1)