Pensando en Walter y los compañeros y compañeras caídas en el golpe.
Duele el golpe del dedo al tropezar con la piedra,
un machucón, una caída
y se finje; nada pasa.
!Duele el golpe!
Duele un toletazo no digamos quince,
duele ver el morado de las piernas y los brazos,
y es que parece cual si fuese siempre noche
en estos amaneceres sangrientos.
Dos que tres y a a veces cientos
acompañan/ al que va/ bajo la tierra/
y en la vela/ flashes y grabadoras
sin el eco de las lágrimas;
no hay obstáculo que choque con el sonido de una lágrima
y le repita como el ulular de las sirenas/
no son ángeles que caen,
y sin embargo,
es la arrogancia
y la soberbia
que sentencia y ejecuta el crimen.
La vida se escapa
o la arrebatan/
y la inercia
parece echar a perder
la batalla por la vida
entre los egos.
Iris Mencia