Juan Almendares
“¿Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie” .Eduardo Galeano
Desde hace cinco siglos el occidente y el poder hegemónico del coloniaje multinacional han ido despojando la esencia de la vida y el aroma de nuestras tierras hondureñas. Fueron siglos violentos, masacres de pueblos originarios. Siglos de inmolación y de mentiras, en nombre de la cruz, “la idea civilizadora” y las armas. Siglos antagónicos a los sueños de Lempira, Morazán, Bolívar, Valle y Martí. Siglos de resistencia por la unidad histórica de los pueblos de Nuestra América.
Fuimos prisioneros en los enclaves mineros y bananeros. La riqueza a expensas del hambre y la miseria. Los bosques fueron deforestados. La caoba sirvió para hermosear las mansiones en Europa, embellecer las puertas de la Casa Blanca en Washington. Los agronegocios, agro combustibles y la pérdida de la soberanía alimentaria aumentaron el tesoro de Wall Street, y el capital financiero internacional.
Honduras nació durante la decadencia del viejo mundo y el surgimiento de la doctrina Monroe y el Destino Manifiesto. Invadida por marines y modernos filibusteros, corean al unísono la sentencia “In God we trust” -En dios confiamos- y en el Banco Mundial.
En el inicio de la segunda mitad del siglo XX, se gesta la huelga bananera de 1954. El ejército guardián de las bananeras sirve al Pentágono y a la CIA, para contrarrestar al movimiento obrero y participar en el derrocamiento del gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala.
En los años ochenta ocurre la ocupación militar de Honduras. El estratega principal, John Dimitri Negroponte, fortaleció la Doctrina de la Seguridad Nacional. Los discípulos de la Escuela de las Américas; pusieron en práctica la tortura y desaparecimiento físico de las personas con la aquiescencia del aparato jurídico del Estado.
Desde 1956 hasta el presente siglo, se han producido: siete golpes militares, que significan siete plagas contra el progreso de la nación. Los estigmas: “República Bananera”, “Patria Alquilada” han herido el alma nacional. Son nombres malditos que enmascaran la historia del crimen, la corrupción y la negación de un pueblo que siempre ha luchado por su liberación.
A finales del siglo XX, nos azota el Huracán Mitch; agravado por el capital financiero transnacional que soborna a los poderes constituidos, vende el territorio a las mineras, maquilas, bananeras, térmicas, que acrecientan la injusticia climática y la pobreza social.
En todos estos siglos, de golpes, golpecitos, paquetazos y trancazos, a la matria y a la patria se han acumulado y asimilado experiencias propias y de otros pueblos. Se construye la unidad en el manjar de la práctica del ser social y el infierno de los condenados de la Madre Tierra.
Aprendimos a rechazar las mentiras contra los pueblos y gobiernos de Cuba, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Argentina, Venezuela, el Salvador, Nicaragua y el propio gobierno de Honduras presidido por Manuel Zelaya; porque no hay verdad más grande que los testimonios generosos de solidaridad incondicional en salud, educación, economía y transporte; que hemos recibido de estas naciones hermanas.
La Alianza Bolivariana de los pueblos de América Latina (ALBA) es la expresión más concreta de cooperación humana y fraterna frente a los Tratados Comerciales desiguales con Estados Unidos y Europa.
En la primera década del siglo XXI, el 28 de junio del 2009; se produce el primer golpe político, económico y militar en Latinoamérica, mediante la alianza armada, religiosa, política, ideológica y mediática de los poderes locales articulados al poder imperial mundial.
El régimen de Facto hizo gala de su poder represor al celebrar las fiestas patrias el quince de septiembre. Esta festividad nos recordó nuestra infancia cuando se nos obligaba a desfilar. Los infantes éramos uniformados y transformados en “infantes de marina”. Nos concentraban en los Estadios Deportivos para ser oyentes pasivos y tolerantes con el déspota de turno. Los actos tenían el rito religioso, futbolero y militar, con sus generales, capitanes, purpurados,obispos, reverendos y capellanes y de alguna manera una burda imitación de los carnavales neoyorquinos o californianos.
Marcharon los soldados de plomo, los robots uniformados sin las máscaras del crimen, los tanques y los cañones quemaron la pólvora y lanzaron bolas de mentiras. Los discursos eran oxidados y patrioteros. Debutaron las maniobras de los aviones F5, el paracaidismo de un gobierno paracaidista.
Los ruidos aéreos no asustaron a los zopilotes que compartían la miseria con los niños en los basurales y que volaban burlonamente desafiando a los aviones de guerra. Era el circo neroniano con estudiantes y maestros forzados, golpeados y amenazados. Los caballos y la caballería saludaron con honores a sus grandes jefes encorbatados y perfumados. La protesta popular jamás podría ser escuchada en un estadio deportivo vacío del calor popular.
La Resistencia Nacional contra el Golpe Militar marchó desafiando al gobierno de Facto; rechazando la farsa electoral, exigiendo el retorno del orden constitucional y del Presidente Zelaya. El clamor popular fue la Asamblea Constituyente, La Segunda Independencia y la Refundación del Estado de Honduras
Se expresó el justo reconocimiento a la solidaridad de todos los pueblos y gobiernos , movimientos sociales, partidos, comunidades eclesiales de base, organizaciones de mujeres, agrupaciones gay, organismos de derechos humanos, los comunicadores sociales, el ayuno mundial, Vía campesina, Amigos de la Tierra de América Latina y Amigos de la Tierra Internacional.
El quince de septiembre marcharon dos millones de hondureños(as) contra el golpe político militar. El júbilo popular anunció la madrugada de la justicia. Los colibríes saltaban de júbilo al bañarse en el rocío del ALBA y saborear el néctar de la de los sueños de liberación. La marcha fue El Abrazo más grande de la historia, con el que el pueblo, poeta de la libertad, ha vuelto poetas a todos los pueblos del mundo.
Tegucigalpa 15 de septiembre 2009