La iglesia y el golpe militar en Honduras
Juan Almendares
Un llamado de las jerarquías de las iglesias para justificar su posición y participación en el golpe militar en Honduras es aplicar uno de los principios morales, éticos o mandamiento de la Iglesia: No mentir.
Primero preguntémonos quién dice la verdad o la mentira con respecto al golpe militar: ¿Existe golpe militar en Honduras? ¿Qué significa una carta de renuncia que justificaba el golpe y que nunca fue firmada por el Presidente Zelaya? ¿Se violentó la ley y la Constitución con la captura, secuestro y casi asesinato de un Presidente y el terror de su familia? ¿Adónde se dice en la Constitución que se puede expulsar un hondureño y sobre todo un Presidente de su propio país?
¿Se puede casi matar al Presidente sin derecho a la defensa y juicio ético, legal y legitimo? ¿O existe en la Constitución el castigo como secuestro, el terror a las víctimas y la tortura psicológica? ¿Dónde está la ética jurídica; es justa o injusta la sentencia de la Corte Suprema de Justicia? ¿Se siguió el debido proceso y quien fue el abogado defensor del Presidente?
Aun siendo ilegal y violatoria a todos los derechos humanos la captura del Presidente por qué se violó la ley al ser capturado por militares y no por los cuerpos policiales ¿Se puede hacer el diálogo, presumir de democracia y hablar de la Paz en un Estado de Derecho reprimiendo al pueblo con francotiradores, y soldados que caminan con sus rifles y metrallas apretando el gatillo contra una marcha pacífica de protesta contra el golpe militar, asesinando a un niño y un joven y causando múltiples golpes y heridas al pueblo?
Con estos argumentos y otros que no hemos mencionado considera la jerarquía de las iglesias que no hay Golpe de Estado militar en Honduras. ¿Por qué no se denuncia la responsabilidad que tiene el régimen golpista en las violaciones de los derechos humanos contra el pueblo? ¿Por qué los golpistas y la mayoría de las iglesias hondureñas hacen caso omiso a la condena mundial de las organizaciones de derecho humanos y también de múltiples iglesias católicas, cristianas y no cristianas y organizaciones de paz y justicia , junto a la resolución de la OEA y de las Naciones Unidas?
Es el momento de rectificar y seguir el camino de la verdadera Iglesia de los pobres.
Monseñor Romero expresaba: “Vivimos una hora de lucha entre la verdad y la mentira; entre la sinceridad, que ya casi nadie la cree, y la hipocresía y la intriga. No nos asustemos, hermanos, tratemos de ser sinceros, de amar la verdad, tratemos de construirnos en Cristo Jesús. Es una hora en que debemos tener un gran sentido de selección, de discernimiento.” (Homilía 30 de julio de 1978, V p. 102).
Y al sufrir con su pueblo las consecuencias del sistema opresor oraba:
"Es necesario hacerse racional y atender la voz de Dios, y organizar una sociedad más justa, más según el corazón de Dios. Todo lo demás son parches. Los nombres de los asesinados irán cambiando, pero siempre habrá asesinados. Las violencias seguirán cambiando de nombre, pero habrá siempre violencia mientras no se cambie la raíz de donde están brotando todas esas cosas tan horrorosas de nuestro ambiente." (Homilía 25 de septiembre de 1977, I-II p. 240)
Siguiendo el llamado de Monseñor Romero nos dirigimos al nuevo Régimen, al Ejército de Honduras y a la Jerarquías de las Iglesias católica y evangélica:
“Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos, y ante una orden de matar que dé un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice: no matar. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios... En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos llegan hasta el cielo cada día más tumultuosos, les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión.” (Homilía del 23 de marzo de 1980).
Invocamos el mensaje de Monseñor Romero al Régimen de Facto, a los poderes fácticos, al Ejército de Honduras, que cumplan con los principios cristianos: ¡No Mentir y No Matar!